Francisco Villa nació el 5 de junio de 1878 en La Coyotada,
una minúscula población del municipio de San Juan del Rio, Durango.
Sus padres fueron Agustín Arango y Micaela Arámbula. Quedó
huérfano siendo adolescente.
Villa se crio para ser ranchero y no aprendió a leer; no tuvo
la oportunidad de asistir a la escuela porque su familia le necesitaba para
trabajar en la finca y pagar las deudas de su padre.
Tras el fallecimiento de su
progenitor se hizo cargo de la familia trabajando de arriero en la hacienda “El
Gorgojito” de Agustín López Negrete.
En 1894, disparó e hirió al
hacendado al encontrarlo ultrajando a su hermana, que tenía dieciséis años, y
tuvo que huir perseguido por la justicia. Permaneció escondido en el monte
donde se unió a unos bandoleros dirigidos por Ignacio Parra cambiando su nombre
por el de Francisco "Pancho" Villa. Durante aquellos años fue
apreciado por repartir entre los pobres gran parte de lo que robaba.
Cuando estalló la Revolución
Mexicana en 1910 contra Porfirio Díaz se puso a las órdenes del líder opositor
Francisco I. Madero. Fue un buen jefe guerrillero, reclutó en sus tropas a
jornaleros y pequeños colonos desposeídos de sus tierras y participó destacadamente
en varias batallas contra el gobierno federal.
Durante la administración de
Madero, estuvo a las órdenes del general mexicano Victoriano Huerta, que,
desconfiando de él, le condenó a muerte por insubordinación.
Pancho Villa fue trasladado a la
penitenciaría de Lecumberri, donde estuvo encarcelado de junio a noviembre de
1912. En diciembre fue trasladado a la prisión de Santiago Tlatelolco, de donde
se fugó a las 3 de la tarde del día de Navidad. Se dice que durante su estancia
en la cárcel aprendió a leer y a escribir.
Escapó a Estados Unidos, pero
regresó tras el asesinato de Madero y la llegada al poder de Huerta, en el año
1913, uniéndose al Ejército Constitucionalista creado por Venustiano Carranza.
Se hizo con el control del estado de Chihuahua y formó la División del Norte,
ocupando las ciudades de Torreón, Ciudad Juárez y Zacatecas.
Demostró entre 1913-1914, que
tenía don para la administración pública. Como gobernador provisional de
Chihuahua restableció el orden rápidamente, abarató artículos de primera
necesidad, abrió el Instituto Científico y Literario, condonó contribuciones
atrasadas, emitió papel moneda, creó 50 escuelas, envió a sus hombres para
ayudar en la cosecha y ordenó la reparación de ferrocarriles y líneas
telegráficas, imponiendo el duro código que aplicaba a sus propias tropas.
Estableció la ley seca para el ejército y amenazó con fusilar a quien
encontrara bebiendo, persiguió a fabricantes y destruyó cantinas. Decía que el alcohol
era el culpable de las desgracias de las personas.
Entró en la ciudad de México
junto a Emiliano Zapata en noviembre de 1914, tras rechazar la autoridad de
Carranza. Sufrió una grave derrota en Celaya frente al general Obregón, por lo
que se retiró al estado de Chihuahua, arrebatando propiedades a los grandes
terratenientes.
El 9 de marzo de 1916, cruzó la
frontera y atacó la ciudad estadounidense de Columbus (Nuevo México), matando a
varios ciudadanos y destruyendo parte de la misma.
Cuando fue derrocado Carranza en
1920, Adolfo de la Huerta le invita a deponer las armas. Tras aceptar la
amnistía firmando los Convenios de Sabinas en 1920, recibió en propiedad el
Rancho de Canutillo, de 25000 hectáreas, cercano a Hidalgo del Parral,
Chihuahua, que explotó con sus antiguos compañeros de la División del Norte,
los Dorados.
Tuvo innumerables amantes y fue
polígamo ya que con muchas de ellas contrajo matrimonio por la Iglesia. Villa
no fue un hombre agraciado, pero sí con una figura imponente al que no le
faltaron mujeres para yacer con él, y para muchas de ellas, quedar embarazadas
del líder revolucionario, era todo un honor. El número de sus amantes es
imposible de averiguar, sin embargo, se han documentado hasta 23 esposas. Se
considera que Luz Corral, fue el gran amor de su vida, aunque desde luego que
no fue el único, y con casi todas sus mujeres, Villa dejó descendencia. A todas
les puso casa y mantuvo a sus hijos, incluso mandó a algunos a estudiar a los
Estados Unidos.
Sus hijos fueron: José Villa,
Celia Villa, Ernesto Nava Villa, Eleno Villalva Reyes, Evangelina Alamillo,
Hipólito Villa, Octavio Villa Coss, Guadalupe Villa Quezada, Juana Maria Villa
Torres, Luz Elena Villa Corral, Águedo Villa Nevarez, Agustin Villa Villaescusa,
Alicia Sandoval Núñez, Esther Villa Cardona, Reynalda Villa Campa, Miguel Villa
Seáñez, Francisco Carrasco, Antonio Villa Seáñez, Felicitas Villa Delgado,
Martín Vázquez, Francisco Villa Cardona, Miguelito Villa Arreola, Micaela Villa
Espinoza y Francisco Villa Renteria.
Conocido como “El Centauro del
Norte”, fue un gran jinete. También era muy aficionado a las motocicletas
llegando a tener cuatro Indian Scout modelo 1921.
El 20 de julio de 1923, Francisco
Villa emprendió el último viaje cuando se dirigía a una fiesta familiar en
Hidalgo del Parral, Chihuahua, en el que murió acribillado junto con su amigo,
el coronel Miguel Trujillo dentro de su automóvil.
En febrero de 1926, sus restos
fueron profanados desapareciendo la cabeza, que fue su entregada a William
Randolph Hearst, quien pagó 5000 dólares por el "trofeo".
En 1976, sus restos mortales
fueron trasladados al Monumento de la Revolución.
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